Amapola blanca

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Amapola Blanca es un retrato psicosocial que refleja a la sociedad zamorana y, por extensión, a la España despoblada, en relación con su posición frente a la galopante despoblación. Es una canción cargada de multitud de simbolismos que permite vernos en ella como si de un espejo se tratase.

En la parte musical ha contribuido la zamorana Ana Castro y ha sido producida tanto por la propia artista como el productor ruso Mikhjail Eremeev. En cuanto a la parte gráfica, el videoclip ha sido realizado por el zamorano J. Pascual y la parte del texto por Ander Vecino.

El videoclip recoge y potencia ese simbolismo, con un marcado carácter que muestra lo que fuimos y lo que somos, comenzando y acabando con un pañuelo francés muy usado en la indumentaria tradicional zamorana. Su color, el blanco y el negro, la niebla, las ruinas de arquitecturas populares, el abandono de las construcciones fabriles y los bosques desolados, muestran la esencia de las zonas despobladas.

AGRADECIMIENTOS:
Agradezco el apoyo de la Diputación de Zamora, que desde el principio apostó por el tema -siendo la pieza inaugural en Fromago 2022– y posteriormente financiando el videoclip. También agradezco a Miguel Ángel la cesión de las instalaciones de la finca La Harinera. Agradezco también el apoyo del Ayuntamiento de Zamora por la cesión el acceso y grabación en las Aceñas de Olivares. Por último, agradezco a Carmen Ramos el préstamo del pañuelo y su amabilidad continua.

MENCIÓN ESPECIAL:
Al taller de escritura Poesía y Música de Fuentetaja realizado por Marta Jiménez Serrano por darme alas para escribir este poema y ponerle música.
A la Sierra de la Culebra porque a pesar de los incendios no le han quitado la voz.
A mi (Amapola) Blanca por soportarme horas y horas escuchándome ensayar.
A mi chico por apostar por mi sueño desde el primer momento.
Y a mis padres, a los que tanto quiero y tanto me apoyan.

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LETRA

Ha crecido solitaria
sobre la orilla del Duero.
Es una amapola blanca
a la espera de un barquero.

Cae un destello de luz
Sobre el agua cristalina
cientos de cigüeñas vuelan
En una ciudad dormida.

La única voz que se oye
Es la de un mirlo que iba
De árbol en árbol buscando
Una flor y una semilla.

El barquero no ha venido.
La ciudad no ha despertado.
El vacío de sus calles
Abre puertas al verano.

Es una amapola blanca
Sobre la orilla del Duero
Donde espera impaciente
La llegada del barquero.

Se apagan al amanecer
Los astros y las farolas
Han sido todos testigos
Del transcurso de las horas.

Mientras, el mirlo desciende
Busca entre todas las hojas
Va por ahí mendigando
Y se encuentra a la amapola.

El barquero no ha venido.
La ciudad no ha despertado.
El vacío de sus calles
Abre puertas al verano.

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